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Tribuna
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El día siguiente del virus

El tercer sector llegó a esta crisis tocado, con poca capacidad de resistencia, después de años de infrafinanciación y recortes

Sede de Cáritas en Barcelona.
Sede de Cáritas en Barcelona.europa press
Joan Segarra i Ferran

Todavía es pronto para saber cómo irá evolucionando la pandemia de la Covid-19 y cómo tendremos que actuar para deshacer completamente el confinamiento y volver poco a poco a una cierta normalidad.

Pero desde el tercer sector social, ya desde los primeros días, en las reuniones que tenemos regularmente con el gobierno de la Generalitat y en intervenciones en los medios de comunicación, estamos pidiendo que se empiece a pensar y a hablar de cómo afrontaremos la crisis económica y social, que todos sabemos que llegará.

También desde el primer momento hemos explicado que junto al frente sanitario, con la extraordinaria tarea realizada por las trabajadoras de la salud, hay un frente social, desde donde las entidades y profesionales del tercer sector social, con clara vocación de servicio público, están desde el primer día en primera línea atendiendo, como siempre, a los colectivos más vulnerables de nuestra sociedad. Un sector habitualmente invisibilizado que en esta ocasión también está siendo demasiado a menudo olvidado.

Nuestro sector llegó a esta crisis tocado, con poca capacidad de resistencia, después de años de infrafinanciación y recortes. Y lo peor que puede pasar es que el contexto posterior a la crisis encuentre un tercer sectorsocial todavía más debilitado. El país no se lo puede permitir, porque está demostrado que, en todas las crisis, los más vulnerables son los que peor lo pasan. En este caso nos encontraremos con unas crecientes necesidades sociales y con un incremento de la pobreza.

La pandemia nos ha servido para que algunos entiendan, de una vez, la importancia de tener unos servicios públicos y un estado del bienestar potentes y muy financiados. Salud, social y educación son los pilares que aguantan este inmenso desafío. Este será el primer reto el día siguiente. Sin excusas, hay que afrontar debates que demasiado veces se han escondido sobre el fortalecimiento de los servicios públicos y de los modelos de gestión en colaboración con la iniciativa social sin ánimo de lucro que hay en nuestro país. ¿Ha quedado claro ya que no nos podemos permitir que los servicios de atención a las personas sean negocio para nadie?

El segundo reto, vinculado al anterior, obligará a las diferentes administraciones a replantear sus políticas sociales y económicas, priorizando estos sectores estratégicos. Pensamos que la crisis sanitaria y lo que habremos vivido hará que una parte importante de la sociedad cambie de alguna manera sus prioridades y pida una nueva manera de construir el bien colectivo. En nuestro caso, pedimos ponernos ya a trabajar en un plan de fortalecimiento del sector que garantice la continuidad y sostenibilidad de las entidades y empresas sociales, y que permita mejorar las condiciones laborales de unas profesionales que han demostrado sobradamente su implicación y compromiso.

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Finalmente un tercer reto. También nos tenemos que poner deberes a nosotros mismos. Hace falta que el tercer sector social trabaje unido y coordinado. Somos transversales y acogemos y representamos a diferentes ámbitos de intervención, todos importantes y necesarios. La globalidad de sector, desde las especificidades de cada uno, es nuestra fuerza. El sector salud y el sector educación lo tienen claro. En aquello clave, todas juntas. Nos equivocaremos si hacemos lo contrario. Nuestra corta pero intensa historia ya nos ha enseñado que cuando seguimos este camino, solo conseguimos repartirnos las migajas.

Joan Segarra i Ferran es Presidente de La Confederación Empresarial del Tercer Sector Social.


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